Placer: En Ca na Toneta, el placer no se reduce a las dimensiones de un plato. El placer empieza en el viaje hasta Caimari y sigue en el paseo por el pueblo, en la amistosa acogida, en la sorpresa del menú, en la elección de un vino… Ir a comer o cenar a esta casa encantada es mucho más que llenar el estómago. Para quien visita la isla, es adentrarse en ella (y comérsela); para los nativos, puede significar redescubrirla a través del paisaje y de los sabores, tantas veces olvidados. Es también una invitación a la lentitud, al placer de comer sin prisa y dejarse llevar por la magia del lugar. Ca na Toneta empieza a saborearse desde que uno decide comer allí y sus efectos benéficos se prolongan en el tiempo.